martes, 6 de marzo de 2012

EPILOGO BORDEAUX EN CLAVE NOVELLA

AQUITANIA y alrededores: aromas para tomar, sentimientos para llevar

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Este  relato contiene mucho de cierto, con un asomo de  “que no” y unas gotas de ironía, más o menos. Una visión particular de cositas que  llaman mi atención, que ocurrieron ….......de alguna forma, que suscitó un  comentario o risa, porque de lo real del todo y la magnitud de lo magnífico, de eso , ya habla  Mª  Luisa Martín. 

En la región de Aquitania, vecina de Asterix, nos esperaban algunos de los grandes Châteaux y una sorpresa ¡ah!

Por horarios convenía ir en  autobús, fue con la empresa Creoquetellevo.es  filial de Puedequetetraiga.com, que arreglo a como resulto el asunto bien podría llamarse Pasiónbus.............¡podría! Ante esto, se aplica el  sentido del humor y ¡buen provecho! 

Hay que decir que nos transportaba, porque guiar y conducir es otra cosa, M Gum, que desde Cariñena ya apuntó maneras, ¡como el agua que va donde quiere!

Enseguida, ya acomodados, se aprovechó la nocturnidad para levitar, dormitar, cabecear como Antonio que simulaba al mejicano de la peluquería y quien con linterna “fashión” leyó un rato.

            En general tuvimos dos paisajes, uno que nos asaltó: Saint-Emilion a la derecha, Libourne a la izquierda, Mont de Marsan a la vuelta, Lourdes lo dejamos, Bordeaux casi también, Route de Pau  tres cuartos de rotonda, Nogaró no te pases, no te pases, que te has “pasao”, en fin,  al borde del estrabismo. Pero allí estuvo presto JR, que más bien podría llamarse GPS (Guía Personal Solvente) que a la llamada de Marilú recomponía la ruta, además, su Señoría practicó mucho lo del “Pourriz-vous m’indiquer comment arriver a….., s’il-vous-plait. “. Siempre hay un traductor de lujo.

El otro nos agasajó, un  recreo para la mirada, eso que te llena, así de una y es que este otoño ha sido espectacular,  cambios cromáticos, sin saber porqué ocurren en la vid, le añadimos alguna torre e iremos poco a poco, como el “bus”, sin dar un paso atrás.

Nuestro recorrido  fue el siguiente:

Château Magdelaine
Hay algo común a todas las bodegas, lo espectacular del edificio, la peculiaridad  del entorno y la arquitectura del vino, algo sabido “el buen hacer”. Afuera, el asombro podía variar un poco, a veces valles, a veces laderas, alguna construcción para fortalecer el contraste, siempre un gran mimetismo, los insectos están en  un regocijo inmenso.        Desde aquí, un color amarillo ocre, veteado a veces por el verde y marrones, inmersos en una calma increíble, ¡que duraría poco!
En la bodega, artesanía con acero, me encantaron los depósitos pequeños “varios en uno”, la antesala de las barricas: un pasillo con historia, pura piedra, cuyos poros ¡a saber lo que han escuchado! Que trás  de ese oír y el reflejo luminoso de una imagen Félix encontró a Muriel, ¡por fin!  Después, un vino, suavidad, armonía y espíritu.
Nos hacemos la foto de rigor y andamos a  Saint-Emilion, no hubo más remedio que cuesta-abajo, cuesta-arriba, departiendo unos y otros. El pueblo, sobrio y señor, leyenda entre adoquines;  además de la singular iglesia, vimos un curioso lavadero, muy bonito, cuyas columnas escondían un susto, “dos atracadores”, el cuerpo en “un ay”, pero Eva hábilmente les entregó un pagaré. ¡Hala!, al autobús, otro ¡ay!, a veces: ayayayayayayayay.

Château Margaux
Más bien un palacio, rebosante de tranquilidad, con las dependencias para los trabajadores. Eso me recordó las casas señoriales de mi tierra, creadas en torno al año  1850.
El amarillo combinaba con algún cobrizo, el ocre avasallaba un poco más, todo ello sobre un manto de tierra gris con el verde de la hierba esparcido.
Curiosidad, los depósitos con boca a media altura, una gran nave llena de barricas y un rincón artesano, ellos hacen sus barricas, las cámaras de fotos se volvieron locas. Sérgio que se quedó en la tercera parte del cuento, buscaba entre las duelas y cellos los taninos. Cruzamos un patio enorme, nos esperaba la degustación, otra delicadeza. Josep llegó tarde, un lorito  al cruzar a los árboles del exterior, se enredó en el cable del teléfono y antes de desenredarlo, se empeñó en calcular la probabilidad de que saliera con bien.
            Hicimos mediodía en un pueblo pequeño, lo del ayuno y abstinencia ¡como que no!, en la calle, en un lugar coqueto, solo se podía  “cuaquear” “¡yquem pato!”, sabrosón. Marta aprovechó la ociosidad para controlar el traje de la fallera.

Château d'Yquem
Glamur, glamur, torres gallardas, lugar inmenso, quizás mas verde cetrino, nervadura verde sobre el ámbar y más al cielo los rojizos.
Grata y didáctica explicación, entre las fotografías, dibujos y las canastillas de madera conteniendo distintas tierras, satisfacción por la caliza, arcilla o grava.
Después de unas delicias, nos entretuvimos por alrededor, queríamos plasmar todo aquello. Joaquín, olfato al punto husmeaba las hormonas, algún resto de la difusión en primavera.
            Marilúhurgaba entre la hojarasca, buscaba un toque calizo, un poquito de lo que habíamos probado y al recuperar la total verticalidad, un chasquido, ¡estaba crujiente!
Nos sugirieron en Château d'Yquem, una visita cercana, un tanto sedimentaria, un muro geológico de Ostrea edulis. Ahora se porqué ante sorpresa y admiración grata se dice ¡ostras! Cundían las exclamaciones, como lajas bien dispuestas, ¡precioso!, es como si aquí el tiempo fuera tangible.
            Corrió el rumor de que  años atrás, Abdón e Inés estuvieron en este lugar, dicen que a la ermita, ¿no serian ellos, en vez de la diagénesis quien hizo el muro?, recordemos que la ostra es un manjar, para quien aprecia la buena mesa y el sabor a mar.
Al regreso a Bordeaux merodeando el jugo gástrico, Elena se empeñó en repartir todas las mandarinas, ¡ojo! La mitad más media  y se quedó sin ninguna.

Chàteau Massereau
Recibimiento familiar, los hermanos, la madre, el abuelo y el perro.
Un lugar de ensueño, predominaba el marrón, oro viejo, acompañado de un verde intenso, en lagunas, del musgo crecido en la cepa.
El pasar del río con  orillas bien acompañadas y entre los reflejos y las sombras, Miguel Angel se dispuso a buscar la vaca ¿o era caballo? Marina, posiblemente, como algunos seguíamos empeñados en llevarnos un trocito de suelo, alguna piedra especial, seguía con sus ejercicios digitales: pito pito  pito  pito pruuiiiiiii  píto, había que fijarse bien para hacerlo igual .
Disfrutamos de la bruma, la niebla pegada a tierra, que luego, con el sol acunan noblemente a Botrytis cinerea, protagonista de una leyenda, un mito, allá por el año 1576. En ocasiones,  lo genial nace de una casualidad: el sauternes. Muy curioso  el comportamiento de B. cinerea, según las condiciones climatológicas, será una podredumbre noble, solo, cuando la humedad permita que el hongo infeste la uva y el calor  pasifíque el grano; la piel tersa, se vuelve rugosa, a veces blanquecina y obtendremos una maravilla ¡naturalmente dulce!
La familia Chaigneau, propietarios de Château Massereau, hizo un extraordinario cumplimiento de amistad con Marilú, porque además de lo visto, hubo mucho deleite para probar, servido en bandeja y mucho, mucho deleite servido en copa, ¡los probamos todos! Después de éste  agasajo, ¿quien piensa en la nutraceútica?           
             Llevo La Portera dentro, pero  aquí, sobretodo aquí, bajo la sombra de la modestia, pensé que debiera haber nacido yo, su gente, el respeto a la tierra,  el sentir del vino, se expresan con plenitud.

Dartigalongue  Bas Armagnac, lo no anunciado.
Nos recibió la dueña y el “maître de chai”, alguien especial, esparcía alrededor, no solo conocimiento, algo que todos compartimos, amor a su  trabajo, pasión  por  L'Eau-de-Vie, otra curiosidad de la historia.
Una alquitara, una explicación, las paredes ennegrecidas ¡ea! Y la nave de crianza en madera, envejecimiento de holandas. Algo muy importante, miman el suelo para mantener la humedad y poco a poco evapora el alcohol, disminuye la graduación y a lo evaporado se le conoce como “La porción de Los Angeles”, ¡era yo! Pero un ambiente tan serio y aunque me pareció oír  acordes de chelo, al escuchar el silencio, ¡no era yo, no!, ¡que va!  El artista es Torula compniacensis, otro hermoso cuento, pudiera  ser una novela desde Bauidoin en 1872 o Richon en 1881. Resulta que al igual que B. cinerea es  un hongo anamorfo, un estado imperfecto (esto es lo de menos), solo se reproduce de forma asexual ¡pobre! Y vive de “Los Angeles”, ennegrece las paredes, todas las paredes de todas las partes y da una complejidad arómática en las calles  ¡uhmmmmmmmmm!
¡No sé cuanto probamos, una delicia! No era yo, aunque no me importaría ser la esencia de algo tan sublime.
Y cenamos todos juntos en Pau, Visitación, aún  acorde a todo, algo le sentó mal y un pelillo se le fue la pinza.
 Comentarios y recuerdos casi ya, eran las preciosidades vistas, la suculencia probada, la magia del lugar y el trato realmente exquisito que recibimos, de todas las bodegas, ¿no volveré a nacer por aquí?

            De Pau a casita, eso pensábamos, (qué ajetreo)

La hermana Mª Carmen, versada en órdenes varias, hizo siempre, en todo momento lo lógico, siéeeeempre lo lógico; a punto de irnos, fue a por los pastelitos de subsistencia, mandada por Su Señoría, hay que prevenir “el bajón“   de  azúcar.
            Ya de vuelta, Fabiola, llamada en algún momento  Mariola,  de tanto énfasis, no dormía no, es que se apagó, zzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz se quedo sin batería, ni tan siquiera el recambio.
            Javier, recatado y sumido en el misticismo desde que preparo la cata  para el cura, a la chita callando se llevó el tapón, sin sorteo, ¡anda que.......!
            Cruzamos frontera, territorio español, miras.......... y sonríes con los ojos ante su majestad la naturaleza, el paisaje bien merecía una parada. Cristina, oportunamente aparentó un ansia, apartadito en la carretera sin maniobra ni “ná“, después, el café soluble barato solucionó su malestar. Hubo quien simuló equilibrio en el puente y  seguramente todos disfrutamos del verdor que se alzaba coronado de  marrón difuso, del verde húmedo que se hundía mecido por el agua, del ronroneo  bajo la  sólida piedra grisácea del puente, manifestando su orgullo al ser admirado, de estar donde estaba.

            Paradita en Jaca, comida en Huesca y llegando a Teruel, una explicación importante: cuando decimos “te quiero mucho o te echo mucho de menos”, ¿habéis pensado cuanto es MUCHO?, ¿habéis intentado describir la cuantificación de MUCHO? Resulta que tomamos una salida de la autovía, última parada obligatoria, hacemos como que vamos a Teruel, en esas entremedias, una carretera local, andamos un poco, M. Gum cae en la cuenta, giro, otro giro, una media vuelta por si acaso y la “salida de la autovía”, seguía, seguía, seguía por la Nacional y seguía siguiendo y al cabo de un tanto, un ¿porqué tanto?, todo ello sumido en la oscuridad, llegamos a un no sé donde y pensé: realmente esto es MUCHO. ¡ya tenemos balanza!

            Nos quedamos sin oír el “Non, je ne regrette rien “, además de una canción preciosa, para mí son importantes la últimas palabras, que yo transformo en esta ocasión “de nuevo, vuelvo con vosotros”, al cobijo de Su Señoría.

            Lentamente deshicimos el abrazo del viaje, que resumiendo nuestra excursión enófila, con cierto aire de recuerdo jocoso, con cierta cadencia en el hablar, habría que decir:  

Maravillóóóooosssso Maravillóóóoooossssso ¡po ji!

                                               
Mª Angeles Novella Herrero